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lunes, 24 de enero de 2011

Lagrimas

Son las 4:04

Llorar ya solo es un verbo, perteneciente a una verborrea insignificante. Hemos mancillado todo, salpicando de hipocresía cada gesto hasta tal punto, que ya no me creo ni una lágrima.
Ya no me creo ni mis lágrimas, no sé hasta que punto son una exteriorización de un sentimiento o una pantalla con la que cubrir mi yo más verdadero.

Somos tan burdos en la palabra, tan vulgares en la expresión, tan cínicos en la mirada y tan inconcluyentes en el corazón. Hemos convertido en elegante una chaqueta sin importar la percha. Hemos vuelto románticas las situaciones sin importar las intenciones.
Somos un mero objeto de campañas publicitarias y nos hacemos llamar originales. Asociamos la orientación, la sexualidad, la atracción a un físico y no a las personas.
Nos juzgamos como a personas de alta cuna, cuando no somos más que unos mediocres. 
Pocos quedan que su dignidad levante un palmo del suelo, porque vendemos nuestra alma al mejor precio. 
Lloramos a la crisis sin darle importancia al dinero.
Lloramos a lo que perdemos, y no valoramos lo que tenemos.

No me creo ya ni las lágrimas que veo, ni las lágrimas que no me dejan ver.
Cuando lloro por ti, gracias a este mundo de fanatismo cínico a lo que importa un bledo, ya no me lo creo.

Quiero ser esclavo de mis sentimientos, cuando ya no sé ni lo que siento.


 (Alex Montes )

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